Milei, con su particular foto en la Bolsa de Nueva York, salió en la tapa de The Wall Street Journal / Fuente: Diario Con Vos

Su estilo radical y sus políticas económicas drásticas lo convierten en una figura difícil de ignorar, pero también difícil de aplaudir. Entre sus fanáticos apasionados y opositores furiosos, su gestión ha estado marcada por aciertos y errores.

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Uno de los principales puntos a favor, según sus seguidores, es la reducción del gasto público y el superávit fiscal logrado en sus primeros meses de gobierno. Sin embargo, detrás de esto hay reformas controversiales, como la eliminación de subsidios estatales a servicios básicos como el agua y la electricidad, despidos masivos y recortes en áreas críticas como el gasto en jubilaciones, seguridad social y educación pública y sin dejar de lado la reducción de más de la mitad de los ministerios de gobierno, medidas que son el resultado de lo que él mismo denomina su “ política de la motosierra”

Desde mi perspectiva, lo que convierte a Javier Milei en una figura de cambio son dos factores clave: el descontento hacia gobiernos anteriores y la conexión emocional que establece a través de sus discursos, frases como “¡Viva la libertad, carajo!” generan este impacto en la población. Sin embargo, aunque haya tomado decisiones importantes en busca de estructurar una economía en crisis, surge la duda de si estas medidas son realmente las adecuadas para el bienestar a largo plazo de Argentina

El impacto negativo de estas decisiones se siente especialmente en la vida cotidiana de la clase trabajadora y los sectores vulnerables. La eliminación de subsidios y recortes de gastos ha afectado de manera directa generando una desigualdad de clases que no se puede ocultar. Además, su gobierno ha incumplido promesas clave de campaña, como dolarización y las más de 40 privatizaciones.

Por otro lado, no puedo evitar señalar su postura rígida, poco empática y racionalidad. Su oposición al  aborto, lo que deberia ser un derecho básico sobre el cual todas las mujeres deben tener el poder decidir, es el blanco de la crítica. A esto se suma su simpatía con figuras políticas como Donal Trump que refuerza la preocupación sobre el rumbo democrático y social del país.  

En definitiva, aunque el mandato de Milei recién está en su fase inicial ha traído tanto avances como retrocesos. La verdadera prueba de su liderazgo será si puede equilibrar sus ambiciosas reformas sin dañar irreversiblemente el país y cumplir sus promesas sin generar más desigualdad.